Paul McCartney regresaba a España tras catorce años de ausencia en un único concierto en Madrid, y no lo dudamos ni un segundo: teníamos que ir. Y vaya si fuimos.
Decir que fue un sueño hecho realidad puede sonar demasiado poético pero es que es, ni más ni menos, lo que fue. Un sueño en forma de gran fiesta de la música. Una fiesta que Paul abrió por todo lo alto a ritmo de ‘A Hard day’s night’ y que cerró con ‘Carry that weight’ rematado, cómo no podía ser de otro modo, por ‘The End’.
Cuarenta mil personas vibrando al ritmo de The Beatles, Wings y McCa en estado puro. Cuarenta mil almas intimando a los coros de ‘Here, There and Everywhere’, bailoteando ‘Ob-la-di Ob-la-da’, conteniendo las lágrimas con ‘Here Today’ y ‘Something’ (sendos homenajes a Lennon y Harrison), dándolo todo con ‘Hey Jude’, conteniendo la respiración con ‘Yesterday’ y rozando la locura con ‘Live and Let Die’ con fuegos artificiales y juego de luces incluidos.
Se terminan los adjetivos para describir lo que vivimos la noche del pasado 02 de junio. Un evento inolvidable e irrepetible. Un espectáculo con mayúsculas. Un regalo para cualquier amante de la música. Una oportunidad de sentir a The Beatles un poco más cerca, un poco más vivos.
Y, sí, Paul está mayor porque Paul es mayor. Y, sí, aunque se mueva como un chaval, su voz le delata. Pero Paul mejora a medida que avanza el show y su voz se calienta, y, sin apenas descansar ni refrigerarse, termina el concierto (de casi tres horas) en plena forma y dejando a los asistentes ávidos de más.
Para concluir, sólo quiero compartir una reflexión para todo aquel que se perdió en detalles insignificantes.
Cuando uno va a ver a Adele, paga para que le sorprenda un torrente de voz; paga para que la cantante haga malabares con las cuerdas vocales hasta parecer de otro planeta; paga para recibir algo a cambio.
Pero cuando vas a ver a Paul, vas a compartir. No pagas para recibir, pagas para dar. Vas a ver a Paul como quien visita a un viejo amigo. Vas a compartir la fiesta con cuarenta mil amigos a los que, por un ratito, te une algo tan especial como la música, casi una forma de entender la vida. Vas para dar ánimo, calor y buen rollo, pero, sobre todo, vas para dar las gracias a Paul. Las gracias por The Beatles, las gracias por Wings, las gracias por toda una vida de música excelente y por dedicarse a mejorar un poco el mundo con y a través de ella. Gracias por formar parte de la banda sonora de tu vida y de la de muchos que ni siquiera se han dado cuenta de ello. Las gracias que nunca le podrás dar a John, las gracias que nunca le podrás dar a George. Gracias por seguir al pie del cañón a sus setenta y cuatro años y no renunciar a ofrecer un espectáculo absolutamente dinámico y de una calidad impresionante. Las gracias por no limitarse a vender entradas con su nombre. Las gracias por no quedarse sentado al piano durante tres horas. Las gracias por bailar, saltar, jugar y divertirse con nosotros. Las gracias por rodearse de una banda de infarto sin miedo a verse eclipsado por tanta genialidad. Las gracias por una experiencia que nunca olvidarás. Las gracias por una noche mágica.
Por mi parte, si vuelvo a tener la ocasión, repetiré. Seguro.
Gracias, Paul. Gracias por permitirme disfrutar de un acontecimiento épico, grandioso e inolvidable. Gracias por haberme dado la oportunidad de acompañarte durante una noche junto a mi chico y a mi hija de tres años que canta tus canciones a voz en grito. Gracias, Paul. Mil veces gracias.
There are 2 comments
Me encanta la forma en que revivis vuestras emociones y las compartís.
Vivan nuestras Bandas Sonoras!
McCa FOREVER!
¡Gracias Fran! A nosotros nos encanta que nos leas y que compartas nuestras vivencias 🙂