Bratislava, capital de Eslovaquia, se encuentra situada a orillas del Danubio, a tan sólo 60 kilómetros de Viena. Y, quizá, la cercanía con capitales tan turísticas como Praga, Budapest o la misma Viena hacen que su belleza quede eclipsada.
Si bien no es una gran ciudad en la que encontraremos renombrados monumentos o museos con visitas interminables, tiene un encanto especial que te atrapa. Su casco histórico medieval es una delicia para la vista, pequeño pero lleno de rincones que parecen sacados de un cuento.
Una de las grandes curiosidades que tiene esta encantadora ciudad son sus estatuas. Repartidas por el casco histórico, te tropezarás casi sin querer con varias estatuas con distintos significados.
Cumil
En el cruce entre las calles Rybárska brána y Panská nos encontramos con la estatua más famosa y sin duda la más fotografiada: Cumil. Se trata de un obrero que en su tiempo de descanso se dedica a observar a los viandantes desde su alcantarilla.
Los problemas de su ubicación generaron que perdiera su cabeza hasta en dos ocasiones, por este motivo han colocado a su lado la señal de trafico “man at work”.
Ignaz
En la calle Rybárska brána encontraremos también al bello Ignaz, una estatua basada en un personaje sorprendente a la par que real. Cuentan que a principios del siglo XX vivía allí un mendigo que vestía siempre de forma muy elegante y que dedicaba sus días a repartir saludos y flores a todas las mujeres de la zona.
El paparazzi
Escondido en la calle Laurinská, vemos asomando en la esquina a un fotógrafo que parece no querer ser descubierto, seguramente intentando sacar fotos a algún famoso descuidado.
Soldado napoleónico
En plena Plaza Mayor, Hlavné námestie, nos encontramos apoyado en un banco un soldado del ejercito napoleónico. Quizá para no olvidar que el ejército de Napoleón invadió Bratislava en dos ocasiones.
El guarda de la ciudad
Ubicada también en la plaza mayor muy cerca del soldado de Napoleón, podemos ver la más reciente de las estatuas. Desde el año 2006 un soldado apostado en su garita se encarga de vigilar y custodiar el ayuntamiento de Bratislava.
Hans Christian Andersen
Dicen que el poeta y escritor danés era un enamorado de Bratislava. Y, cuentan los rumores, que esta bella ciudad le inspiró para escribir uno de sus cuentos más famosos: La sirenita.
Podemos encontrarnos con esta estatua en la calle Hviezdoslavovo.
Hacer la ruta de las estatuas os brindará la oportunidad de recorrer el casco histórico de Bratislava de una forma distinta, casi como un juego. ¿Os animáis a encontrarlas todas?
There are 6 comments
Nos encantan las estatuas repartidas por las ciudades. Y lo que más me gusta es que sean personajes populares que tienen una historia detrás y guardan un vínculo especial con el lugar.
Muchas gracias por dar a conocer esta ruta. Muy chula.
Un saludo.
¡Hola Mª José! El centro histórico de Bratislava es un cuento hecho piedra y sus estatuas salpican de bronce sus calles. Además, viajando con niños, podemos preparar una pequeña “gimkana” callejera y que ellos mismos vayan encontrándose con los curiosos personajes de las estatuas y aprovechar para descubrir la historia que hay detrás de cada uno.
Cualquier lugar es bueno para aprender cosas nuevas 🙂
¡Un saludo!
Bratislava fue una gran sorpresa cuando nos decidimos a visitarla por estar tan cerca de Viena. Es pequeña, pero encantadora y coincido en que esas estatuas son un atractivo que le da un toque especial y simpático. Hacer la ruta para verlas es un imprescindible de la capital eslovaca!!
¡Hola Mauxi! Nosotros fuimos dos veces. La primera desde Budapest, y quedamos enamorados. Tanto que cuando visitamos Viena decidimos volver. Y volveríamos una tercera sin duda. ¡Saludos! 🙂
No se porqué pero es una ciudad que llevo tiempo queriendo visitar y nunca llega el momento, se me resiste. Se que no será la más bonita de Europa pero creo que me gustará.
¡Hola Héctor! Nosotros la visitamos en dos ocasiones. Siempre visitándola desde nuestro destino principal. La primera fue desde Budapest, y la segunda desde Viena. Volvimos porque es encantadoramente bella, el casco antiguo es de cuento. ¡Saludos! 🙂