Situado en la población de Arnes encontramos El Toll de Vidre, que es básicamente un salto de agua; un pequeño oasis rodeado de bosque. Cuando fuimos nosotros no hacía demasiado calor, por lo que nos quedamos con muchas ganas de chapotear en el charco (que sería la traducción literal de toll), sobre todo Alma.
Yo no soy muy de campo pero estos lugares, especialmente las fuentes y saltos de agua naturales, me hipnotizan. Me encantan. El silencio roto por el ruido del agua, el piar de los pájaros y el movimiento de las hojas de vez en cuando tendría que ser algo obligatorio para los que vivimos rodeados de asfalto.
Aunque el acceso está muy bien señalizado y gran parte del camino se trata de una pista asfaltada de agradecido recorrido, el tramo final es de tierra y está lleno de desniveles, pedruscos y socavones y no es muy agradable si vas en un sencillo utilitario. Así que, si tenéis niños más grandes que ya caminan con soltura, podéis dejar el coche al inicio del camino e ir paseando, como hace la mayoría.
Estuvimos un buen rato descubriendo y disfrutando este precioso lugar y después fuimos a visitar el pueblo que tiene también un encanto especial. Antes de llegar al Ayuntamiento, hay una plaza alargada con bancos y árboles, donde podemos encontrar un mapa de situación del pueblo con sus distintos puntos de interés y desde donde tenemos unas vistas maravillosas de las montañas del Parque Natural dels Ports.
Al final de la plaza encontramos unos pocos escalones que nos llevan a la Iglesia de Santa Magdalena, de estilo barroco, y al Ayuntamiento, de estilo renacentista, que están uno frente al otro.
Por detrás de la Iglesia corre una callejuela (Carrer Sant Antoni) que delimita el ábside de la iglesia actual dejando visible el ábside anterior. Esta callejuela muere en un parque con columpios levantado sobre lo que antaño fue el huerto de la abadía.
El paseo por las calles de Arnes, que es un pueblo pequeñito, se hace muy agradable y se puede hacer tranquilamente sin invertir demasiado tiempo. En una mañana visitamos tanto El Toll como el pueblo. Una excursión estupenda para hacer con niños.