Si hay algo de lo que podéis estar seguros es de que los niños son siempre bienvenidos en Marruecos. La sociedad marroquí tiene una gran conciencia de familia y brinda a los niños el lugar que les corresponde: el centro de la vida social.
Cuando entras con un niño en un tren, una tienda o un restaurante en España, generalmente, las caras de alrededor son de “Vaya, un niño, ¡qué incordio!”. En Marruecos es todo lo contrario: son siempre bien recibidos e invitados a participar.
Incluso en los zocos más concurridos, una familia es siempre un cliente grato, pues transmite al resto de compradores que ésa es una tienda de confianza.
El cambio de cultura
Lo único que debéis tener en cuenta es que venimos de una sociedad algo distinta. Estamos muy concienciados (incluso, a veces, rozando la psicosis justificada) con el abuso infantil y el contacto físico con desconocidos es cada vez menos habitual o más comedido. Por ello, algunos niños pueden sentirse cohibidos e incluso violentados por la cercanía física del marroquí.
En nuestro caso, Alma es una niña muy cariñosa con su gente cercana pero a la hora de relacionarse con desconocidos o poco-conocidos es una niña que marca las distancias y exige respeto por su espacio vital. Vaya, que no le gusta que la toquen si no ha dado pie a ello.
Por eso, en alguna ocasión se ha sentido desconcertada y/o agobiada porque cualquiera la agarraba en volandas para ayudarla a bajar de un transporte; los chicos con los que estuvimos en el desierto la buscaban y le hablaban muy de cerca continuamente; incluso, en la Plaza Fnaa, tuvimos un episodio incómodo con una mujer que hacía tatuajes de henna y que la agarró por el brazo y empezó a tatuarle la mano. Si me lo hubiera hecho a mí habría sacado el brazo a la fuerza y listo, pero no quise estirarle el brazo a Alma para no asustarla, así que vivimos un momento incómodo del todo innecesario.
Lugares para niños
Como ya he dicho, los niños en Marruecos no son apartados y relegados a espacios definidos para ellos sino que forman parte de la vida social de los adultos. Quizá por ese motivo, los parques infantiles (de columpios) brillan por su ausencia. El único parque con toboganes que encontramos fue en Rabat y estaba todo roto e impracticable.
Afortunadamente, también en Rabat, encontramos una feria en la ribera del Bu Regreg donde Alma pudo subir a algunas atracciones y en la otra ribera, en Salé, visitamos el Magic Park, un parque de atracciones más completo donde echamos la tarde.
Marruecos Kids-friendly
En resumen, el balance es positivo. Nadie os sugerirá que entretengáis a vuestros hijos coloreando o jugando aparte porque para ellos son parte del funcionamiento social, no una molestia. Sólo tened en cuenta que si tenéis niños aprensivos con el contacto físico con extraños, deberéis prevenirlos sin meterles miedo o adelantaros a posibles situaciones incómodas.